Nada tiene que ver con el A5 del DTM, pero si aquel derivase de una versión de calle sería de este RS5. Brutal, elegante, deportivo, precioso, calidad, agilidad, prestacional, divertido… son solo algunas de las características que definen a este coche, al que resulta difícil encontrar una pega.

Nada tienen que ver con un coche del DTM, pero si los coches del campeonato alemán de turismos de verdad derivasen de coches de calle, más allá de su aspecto, este sería un excelente coche para el competir. En el DTM, bajo un aspecto de coche de calle los tres fabricantes en liza (hasta la fecha, porque Mercedes no estará en 2019, su plaza la ocupa Aston Martin) comparten muchas piezas para abaratar costos incluido el motor V8 de más de 500 CV, la caja de cambios, diferencial trasero y centralita electrónica entre otras cosas. Más allá del mundo de la competición, el Audi RS5 es un gran coche para todo uso. De hecho, es tan eficaz que incluso en tramos de rallye de hace solo unos años sería un coche realmente competitivo, aunque no lo sabremos a ciencia cierta. Dicen los más puristas que este RS5 pierde mucho frente al RS5 anterior, básicamente por que este tiene un nuevo motor V6 biturbo y el anterior gozaba de un poderoso V8. A ello le suman el ruido de ambos motores y poco más. No estoy de acuerdo. En absoluto. El V8 era muy subvirador y mucho más torpe, y este es más ligero, mucho más ágil y tiene más par y la misma potencia. Asunto zanjado, porque lo del ruido es subjetivo, más grave el V8, espectacular en zona más alta, pero increíble el V6 biturbo.
La estética también juega una baza importante a favor de este RS5 porque en esta carrocería el diseño Audi es más suave, las líneas son más onduladas y el diseño más ligero y fluido solo acentuado por el uso masivo de la fibra de carbono que en nuestra unidad de pruebas le permitía aligerar un buen montón de kilos al tiempo que embellecía la silueta de este súper coche. Tres mil, cinco mil… quizás ocho mil euros hay que pagar de más por tener esta cantidad de fibra de carbono en el coche, que incluso formaba el capó motor y el techo junto al spoiler anterior, el difusor y el discreto alerón trasero. Todo por la estética, porque es absurdo querer adelgazar veinte o cincuenta kilos en un coche que pesa más de 1,7 toneladas. Absurdo al menos si vamos a circular por la carretera, si fuéramos a competir sería otra cosa. De todos modos, por estética, merece la pena y mucho. Del color verde de la carrocería me cuesta no hacer un comentario… imponente, el color British Racing Green le queda al Audi mejor que al mejor Vanwall, Cooper o Jaguar de la época. Y dicho esto, no es fácil encontrar las palabras para definir con precisión la exquisitez con la que se combinan el nuevo V6 biturbo con la tracción total quattro y el cambio tiptronic de ocho velocidades con mando secuencial y levas en el volante. Para controlar todo esto en su justa medida es imperativo aislarse del mundo exterior y acariciar el pequeño volante Audi de piel vuelta o disfrutar del moderno cuadro de mandos digital totalmente configurable y lleno de información para empaparnos del mundo de Audi Sport, que son los especialistas que han dado forma a semejante bestia.
Perfectamente acoplados al cómodo y deportivo asiento es cuando el conductor puede deleitarse con el sonido majestuoso y rabioso del motor. Sí, quizás algo forzado, algo artificial incluso, pero espectacular y gratificante. Sonido profundo y penetrante que sube de vueltas en décimas de segundo para pasar de una marcha a otra escuchando leves petardeos de escape similares a los de un WRC del mundial de rallyes. Música celestial que procede del escape, deceleraciones increíbles y aceleraciones que nos hacen olvidar los mejores sonidos de otros motores. Y al volante, un motor que nos proporciona aceleraciones brutales entregando los 450 CV como un auténtico vendaval. 450 CV y 600 Nm de par motor para llevarnos una y otra vez a rebajar los cuatro segundos en el 0 a 100 km/h. No se puede pedir más. Aceleración de coche de competición. Nada que objetar. Todo ello bien gestionado por la caja de cambios tiptronic de ocho velocidades. Dicen que semejante par no lo aguantaba la caja de cambios S-Tronic de doble embrague, pero me cuesta creerlo, este no tiene doble embrague, tiene convertidor de par, más barato o más caro, no lo sé, lo cierto es que el efecto es tan agradable o más que en aquel, más suave si cabe, tan rápido como aquel y por tanto nada que objetar. Una delicia. Y en tramo virado… la tracción quattro hace y permite las diabluras más increíbles de la capacidad de tracción más espectacular e imaginable. Con buen piso, con los neumáticos en perfecto estado, con toda la inteligencia al volante… es difícil de explicar: el diferencial autoblocante trasero mecánico con control electrónico no consiente que se escape el par entre ambas ruedas y el diferencial central reparte sabiamente el par en condiciones normales con un 40 % al tren anterior y un 60 % al tren posterior, que puede llegar a ser de un 70 % atrás si las condiciones lo permiten. El resultado es el soñado: Más ágil, también porque la suspensión adaptativa Dynamic Ride Control comunica los amortiguadores de ambos ejes de forma diagonal con conductos de aceite para ejercer una presión extra sobre los que reciben el mayor peso en el paso por curva. Es una tecnología similar a la de la suspensión activa de antaño, con un resultado apreciable que reduce el balanceo y cabeceo de la carrocería. Parece que pilotamos un tracción trasera pero con una excelente e inesperada capacidad de tracción desde tren delantero. La dirección es rápida y precisa, casi gira con la mente, tanto que nos recuerda al R8, que parece casi un kart de competición con un tren trasero que nos sigue a todas parte mientras las ruedas delanteras nos guían con precisión casi milimétrica, sin subviraje, sin destruir neumáticos de forma innecesaria. Los frenos están a la altura, sin problemas, difíciles de agotar, una auténtica gozada en su conjunto, y entre tanto solo hemos estado manipulando el Audi Drive Select, que ofrece cuatro opciones de uso y en su posición confort nos permite viajar en una lujosa, silenciosa y cómoda berlina, mientras que en su posición dynamic se endurece todo. Se hace “racing”. Se hace más rígido, la suspensión, la dirección y la electrónica hace que el motor chille un poco más alto y el escape nos recuerde que el motor escupe de forma permanente 450 CV con el sello de Audi Sport. Y así pasan los kilómetros, de placer, con un gasto medio difícil de bajar de doce litros, con picos de dieciocho pero que vulgaridad hablar de consumos ante tan majestuoso motor, y más ahora, que el gasoil está más caro que la gasolina. Aunque a este le sienta especialmente bien la de 98 octanos. Prestaciones puras. Pura adrenalina.

 

Ramiro Mansanet