Pocos coches describen mejor lo que sería un coche carreras/cliente, y es que el M2 CS es, en esencia, un coche pensado para competir y para disfrutar del equilibrio más exquisito entre ligereza, agilidad y potencia. BMW Motorsport tiene la receta perfecta.

Es excitante. Acelera el pulso solo con verlo. Musculoso sin ser desproporcionado; agresivo pero sin intimidar. Y ante todo deportivo y elegante al mismo tiempo. Lo tiene todo este BMW M2 CS. El color azul eléctrico (Misano Blue) original de BMW M puede gustar más o menos, y lo mismo ocurre con las llantas de diecinueve pulgadas de serie forjadas en un solo bloque y de diseño específico y con ese tono dorado gastado que, como decía, puede gustar más o menos. Eso sí, para acabar de convencer a un potencial comprador indeciso suma y mucho que se trate de un versión limitada bastante exclusiva de la que llegarán solo 75 unidades a España. Todo ello forma ese pequeño frasco de las esencias que lo contiene y seguro que muchos no lo entenderán, pero el que lo sabe siente como se acelera el pulso y como el M2 CS invita a descubrir una dimensión diferente al volante.
Si no se percibe todo esto de primeras, no es fácil explicarle a nadie que estamos ante un coche muy especial, un coche que los magos de BMW Motorsport han metido en sus ordenadores y en su túnel de viento y han trabajado a conciencia para diseñar una perfecta máquina de competición y un coche impecable para disfrutar al volante de la más sofisticada tecnología de un gigante como BMW. Es tan especial que el capó motor es de fibra de carbono para aligerar peso, el mismo material que adorna, aligera y ayuda a canalizar el aire por medio del spoiler delantero, el alerón trasero e incluso el difusor posterior, como si de un coche del DTM o un genuino Fórmula 1 se tratara. Y lo mejor no es todo eso, ni que el techo sea también de fibra de carbono para reducir el peso y bajar aún más el centro de gravedad, tampoco que los mismos espejos retrovisores recurran al mismo material, esto sin duda más estético que otra cosa, aunque toda reducción de peso ayuda. Lo mejor sin duda está bajo su capó, en su distribución de pesos, en su concepto de motor delantero longitudinal y tracción trasera, en la excelencia de puesta a punto de las suspensiones y el autoblocante trasero, todo es magia al volante de este coche, que entusiasma, que enmudece, que enamora por igual.
Tecnología de competición
Al volante se puede conducir como un coche normal, aunque se hace difícil, sencillamente porque el imponente propulsor de seis cilindros en línea desarrollado por los expertos en competición de BMW Motorsport han aplicado la tecnología M TwinPower Turbo con tres litros de cilindrada y culata multiválvulas para desarrollar 450 CV y un par máximo de 550 Nm. El motor va perfectamente asociado a una precisa caja de cambios manual de seis velocidades, o a una sofisticada transmisión de doble embrague de siete relaciones. En nuestra unidad la caja era manual, y era una delicia, por rapidez, por precisión y por tener una perfecta escala de desarrollos para exprimir el casi inagotable motor, incluido el momento de ralentizar razonablemente el giro del motor en sexta si pretendemos disfrutar de un trayecto en autopista a velocidades legales.
La perfecta asociación del motor y el cambio se engrandece enormemente con la suspensión Adaptativa M diseñada por BMW que incluye un selector con diferentes modos de uso; Comfort, Sport y Sport +, que se encargar de aplicar diferentes esquemas y mapas electrónicos que afectan a la entrega de potencia (entre salvaje y muy salvaje), dirección más rápida y muy especialmente amortiguación más dura y diferentes tarados del autoblocante (Activo M y M Dynamic Mode) y diferentes grados para el control de tracción y estabilidad. Y todo ello sin olvidar lo que dan de sí los frenos M Sport que incluyen pinzas de alto rendimiento, en su caso pintadas de rojo, unos frenos contundentes y magníficos que aún pueden ser mejorados con discos cerámicos de carbono opcionales, en nuestra modesta opinión, solo recomendables si el uso va a estar más que centrado en circuito. Todo lo que dice sobre la ficha técnica tiene respuesta en la práctica y este M2 CS pasa de 0 a 100 km/h en 4,2 segundos y en poco más alcanza su velocidad máxima que es de 280 km/h limitada electrónicamente. Con semejante ritmo no es posible que sus consumos sean ajustados, nadie lo espera, aunque curiosamente homologa un gasto medio de 9.4 l/100 km, eso sí, acariciando el acelerador, recurriendo a las marchas largas y evitando que el motor haga el más mínimo ruido… de lo contrario, los 17-22 litros a los 100 km/h es lo más normal. También hay que decir que ese tramo de no más de 50 kilómetros dando rienda suelta al acelerador fue sublime.
El M2 CS invita a llevar el motor en la zona más alta, por encima de las 3.000 y ligeramente por debajo de las 7.000 rpm. En esta rengo de uso, con la posición Sport Plus seleccionada y una buena carretera el conductor se transforma en piloto y el coche sorprende por su nobleza. El tren delantero entra en cada curva como si el concepto subviraje no fuera con él, y una vez inscrito en la curva la aceleración puede ser total, tanto que invita a sobrevirar, pero con nobleza, avisando, con suavidad y dulzura. El autoblocante ayuda, los frenos son un salvavidas increíble, casi inagotables, los neumáticos de tipo semi-slick te pegan al suelo y así pueden pasar kilómetros y kilómetros de placer. Lástima que el BMW M2 CS se un coche de fabricación limitada, debería ser obligatorio que todo los coches fueran algo así. Al menos los concebidos para disfrutar. Me quedo con el M2 frente a los M3 o M4, por ligereza, por agilidad y por tamaño. Para viajar que me lleven en un serie 7.