La fórmula GTi de toda la vida es la de que da alas a esta pequeña bala de origen británico y corazón alemán que mezcla con exquisito buen gusto, la ligereza de un bastidor muy bien puesto a punto, con la contundente potencia de su motor turbo, para tener un resultado realmente divertido al volante.
No hay magia ni grandes complicaciones. Es la fórmula de siempre y funciona, poco peso y mucha o al menos bastante potencia. Además de una imagen contundente y deportiva como es la del MINI John Cooper Works, imponente ahora más aún gracias a los faros redondos con luces LED y la parrilla hexagonal. Impactan las grandes tomas de aire, que son llamativas y muy deportivas, lo mismo que el faldón trasero, que concluye en un elaborado difusor que ayuda a optimizar la aerodinámica del MINI. O lo intenta. Pero la clave está en los razonables 1.350 kilos del MINI, que vuelan gracias al motor turbo de dos litros de BMW que en el MINI rinde 231 CV muy aprovechables. Los más puristas le pedirán a un coche de este corte un cambio manual, pero la verdad es que cuando un cambio automático es bueno y funciona bien, salvo que sea para competir o para una mañana muy exigente en tramos de montaña, prefiero un cambio automático como el del MINI, incluso con convertidor de par, aunque bien puesto a punto, con mando secuencial y con levas en el volante.
La mayor de sus gracias procede del motor de cuatro cilindros con dos cos litros y tecnología MINI TwinPower Turbo, que desarrolla una potencia máxima de 231 CV y un par máximo de 320 Nm disponible desde las 1.450 rpm que se mantiene estable hasta las 4.800 rpm. Gracias a esta plana curva de par la sensación es de tener un motor completamente lleno todo el rato. Es suficiente con recurrir al pedal del acelerador para conseguir una contundente respuesta por parte del motor. Nada de patadas molestas como antaño, se trata de un turbo con control electrónico que te deja aplastado en el asiento y transmite muy bien la potencia al suelo. Las prestaciones son realmente buenas y tan solo requiere de 6,1 segundos para pasar de 0 a 100 km/h. Además, el motor no es demasiado glotón, algo que se agradece en estos tiempos, y es que pese a tratarse de un deportivo casi radical, el MINI John Cooper Works tiene un consumo medio homologado de 7,1 litros para 100 km. El consumo es contenido y es fácil bajar de esa cantidad mimando el acelerador. En nuestra prueba llegamos a dejarlo en 6,7 litros en poco más de 200 km de recorrido, eso sí, sin superar las 2.000 rpm en ningún momento. En cambio, en un tramo de montaña, de subida y bajada y disfrutando de las levas como si estuviéramos en la Play Station nos metimos en catorce litros de media casi sin forzar, llevando el motor a las 6.000 rpm cuando no al corte de inyección. Nada sorprendente y desde luego muy placentero, menos para el bolsillo. El motor es el necesario para ser un genuino GTi, y funciona a las mil maravillas perfectamente asociado a la caja de cambios Steptronic Sport de 8 velocidades. Lo de las levas no me parece imprescindible, de hecho, entre semana, de un lado para otro ni las toqué, pero es cierto que para divertirte un rato y sacarle el máximo al conjunto motor y cambios las levas son el juguete ideal y en este formato y con ese nivel de exigencias casi nos parecen imprescindibles.
Dinámica sobresaliente
El motor suena muy bien, contundente y melódico, pero sin ser demasiado llamativo y sin molestar a los vecinos gracias al sistema de escape deportivo con salida doble en acero inoxidable bien diseñado. Me gustó especialmente el tacto de la dirección, rápida y directa. En ocasiones, daba la sensación de pilotar un kart de alto rendimiento por la precisión con la que el tren delantero nos metía en las curvas. Sin duda, las imponentes Pirelli PZero en 205 mm de banda de rodadura sobre llantas de diecisiete pulgadas ayudaban mucho, y posiblemente aun lo harían más las llantas opcionales de 18 pulgadas, pero con esta de 17 el equilibrio era perfecto. Y si las ruedas hacían su trabajo es más que evidente que la suspensión era la perfecta aliada. Es una suspensión deportiva específica del MINI John Cooper Works, más dura y de reacciones más vivas que las del resto de la gama. Incorpora la tecnología de amortiguación selectiva en la que una válvula suaviza los extremos de uso para que sea razonable, ni demasiado duro, ni demasiado blando, decisiones que un ordenador toma entre 50 y 100 milisegundos. Vamos, que no por ser pequeño y ligero renuncia a la mejor y mayor capacidad tecnológica. Como en todo buen GTi de última generación, la electrónica tiene siempre algo que decir y en este caso la respuesta más contundente viene por medio del botón Sport, dentro de los modos de uso. Puede ser normal o ecológico para suavizar el funcionamiento de todo, incluso para que los tonos de la iluminación sean en colores suaves y relajantes, como el azul y turquesa (es un color), pero si seleccionamos el modo de uso “Sport” los colores del cuadro de mandos y de la consola pasan a ser rojos y hablamos de palabras mayores. Con este modo de uso seleccionado hay varios parámetros que cambian para dar lo mejor de ellos mismos. Así, el pedal del acelerador es mucho más sensible y la electrónica responde con mayor rapidez a las exigencias del del conductor, lo mismo que los cambios de marcha, ahora más rápidos y directos, también la dirección es más rápida y de tacto más deportivo, e incluso la amortiguación se endurece ligeramente para incrementar la sensación de control y tacto deportivo del MINI.
Buenos frenos by Brembo
Y si hablamos de correr y de un exquisito comportamiento deportivo agudizado en este caso por la puesta en escena de un diferencial electrónico delantero que no permite que la fuerza del motor se escape por ninguna de las ruedas, en el supuesto de que estas lleguen a perder contacto con el suelo, uno de los puntos fuertes del MINI son sus frenos. Para correr hay que poder parar con rapidez y ahí el John Cooper Works da la talla una vez más con un sistema de frenos de corte y puesta a punto deportivos que han sido dimensionados y desarrollado de la mano de los expertos de Brembo, que son toda una garantía. Los discos delanteros son ventilados y de gran tamaño y los muerden unas llamativas pinzas de color rojo que son de cuatro pistones o bombines mientras que los discos traseros son macizos porque no requieren de tanta potencia. Además de ser muy potentes y resistentes a la fatiga, incluso en un uso intensivo, son realmente atractivos porque se pueden ver fácilmente a través de los radios de las imponentes llantas de aleación de MINI.
El conjunto me ha convencido. El MINI John Cooper Works ofrece mucho; es un coche polivalente que sirve para viajar con comodidad lo mismo que para entrar en pista a realizar unas tandas en circuito. No es barato, hay que pagar algo más de cuarenta mil euros, pero entre el icónico diseño, la calidad de acabados y de mecánica con unas prestaciones de gran nivel, creemos que de verdad es un coche recomendable si buscas un coche que te dé ese algo más que se busca en todo buen GTi.